Es muy curioso que jamás oyera hablar de esta película mientras vivía en Estados Unidos cuando se estrenó en 2003. Parece ser que en España es mucho más conocida. La censura, claro está, impide que en el "país de la libertad" se den a conocer experimentos que demuestren los fallos de la pena capital. Si quiero probar que la pena de muerte es un proceso con fallos, qué mejor que dejar pistas falsas que me incriminen para ser condenado. Rem tene uerba sequentur.
Hace unos días me quejaba de la inefable diciendo que ultimamente el cine español no da para más; he de comerme mis palabras. La última de Amenábar es sencillamente fabulosa.
En la foto pueden observar a unos funcionarios japoneses embriagándose ante el féretro de uno de sus compañeros, fallecido tras un duro cáncer de estómago, y quejándose del fatal e inefectivo sistema burocrático del que forman parte en el Japón de postguerra.
El reciente libro de Mónica Cavellé se titula La filosofía, maestra de vida, donde se dan ciertas ideas a las mujeres para que asuman su felicidad sin tener que recurrir a medicamentos, a partir de las experiencias neuróticas de cinco mujeres y su cura a través de la filosofía. He aquí una breve síntesis de la terapia filosófica puesta en práctica y descrita en el libro:
¿Cómo cura a una mujer soltera con miedo a la soledad? Citando a Epícteto: "no son las cosas las que nos disturban, sino nuestra opinión sobre las cosas" (página 108).
¿Cómo sana a una mujer menopáusica, ama de casa, con cinco hijos que no ayudan en las labores del hogar y un marido que llega cansado del trabajo? Citando a Aristóteles: "si conviene amarse a sí mismo con preferencia a todo lo demás, o si vale más amar a otro, porque ordinariamente se censura a los que se aman excesivamente a sí mismos, y se les llama egoístas, como para avergonzarles por ese exceso" (página 167).
¿Cómo hace retomar la salud mental a una seductora obsesiva? Comparándola con Madame Bovary, y hacerle ver que es falsa esa convicción íntima de que sólo pueden ser felices las mujeres si a su lado hay un hombre que las ama.
¿Cómo desvesania a una mujer con sentimiento de culpa por primar su profesión de médico sobre las atenciones afectivas a su novio? Citando a Gibran: "quienes nos comprenden nos vuelven esclavos" (página 222).
¿Cómo curarían ustedes a una economista que se ve obligada a hacer un doctorado para agradar a su entorno, pero que no le apetece realizarlo un pelo? Por ridícula que parezca la situación la chica casi cae en una depresión... pero la escritora la salvó citando a Ortega y Gasset: "de cuando en cuando llega a la superficie de la conciencia la voz recóndita de nuestro fondo insobornable" (página 250).
Horrenda. Bochornosa. Detestable. Impúdica. Si me escuchara un artista dadá diría que estoy hablando de Marcel Duchamp y que la película ha conseguido su propósito a través del arte: provocar.
A uno le cuesta entender por qué hay personas que ponen en peligro sus vidas por escribir un libro. Ese acto de extremada generosidad lo realiza el periodista que se esconde tras el pseudónimo de Antonio Salas. Vivir durante todo un año entre skin heads puede costar la vida, pero la audacia del autor le impidió ser víctima de los puños de acero y las bombers de los cabezas rapadas.
Animado por recordar viejos tiempos de adolescencia en que Asimov me incitaba, desde sus páginas, a filosofar con los conceptos de "hombre" y "máquina" me dispuse ayer, ni corto ni perezoso, a ver la película "Yo, Robot". 
Ayer vi el documental que dará la victoria a Kerry en Estados Unidos el próximo mes de noviembre. Si fuera cierto todo lo que se dice allí, sería imposible que Bush continuara hoy en día en el poder. Moore realiza acusaciones gravísimas que parecen estar en el inconsciente colectivo de todos los ciudadanitos, tales como amiguismo con la familia Ben Laden, intereses personales en las empresas que reconstruyen Irak, matar a una población para poder construir un oleoducto, etc.
Hace unos años presenté una comunicación titulada "Memética e Historia" en unas jornadas sobre "Nuevas formas de pensar la Historia". Uno de los conferenciantes era Manuel Cruz, quien me lanzó una propuesta al terminar mi presentación acerca del historicismo popperiano y su relación con Ortega, la cual me limité a aceptar pues los argumentos de Cruz eran más que claros y contundentes.