Mar adentro
Hace unos días me quejaba de la inefable diciendo que ultimamente el cine español no da para más; he de comerme mis palabras. La última de Amenábar es sencillamente fabulosa.
Cuando uno no es feliz lee o escribe para exorcizar demonios, como dijo alguno de los escritores del realismo mágico. Si esa infelicidad es más recurrente uno acude a la filosofía como fuente de salvación. Me da la impresión de que Ramón Sampedro es un filósofo y ardo en deseos de leer su libro "Cartas desde el infierno". La filosofía condujo a Sampedro a una muerte digna, sin falsas moralinas ni complejos de culpa.
26 años postrado en una cama es un infierno. Desde aqui dejo constancia, dado que mis facultades mentales y físicas están bien, que si por caprichos de la vida acabara tetrapléjico yo también me suicidaría.
Cuando uno no es feliz lee o escribe para exorcizar demonios, como dijo alguno de los escritores del realismo mágico. Si esa infelicidad es más recurrente uno acude a la filosofía como fuente de salvación. Me da la impresión de que Ramón Sampedro es un filósofo y ardo en deseos de leer su libro "Cartas desde el infierno". La filosofía condujo a Sampedro a una muerte digna, sin falsas moralinas ni complejos de culpa.
26 años postrado en una cama es un infierno. Desde aqui dejo constancia, dado que mis facultades mentales y físicas están bien, que si por caprichos de la vida acabara tetrapléjico yo también me suicidaría.
4 comentarios
alumna de rafael -
mara -
Vailima -
un saludo
nevers -
La de Amenábar no me parece una mala película, aunque sí un pelín manipuladora en los momentos dramáticos. No creo ser una persona especialmente sensible, pero algunas escenas me parecieron de una crudeza gratuita. Creo que no era necesario verlo TODO. El lirismo de otras escenas (las ensoñaciones), por contraste, me resultó molesto. Cuestión de gustos, supongo.
Aún no he decidido si la película me ha gustado o no. Es de esos films de los que necesitas hablar, posicionarte y discutir para saber qué efecto han producido sobre ti. Supongo que, al menos en eso, Amenábar ha acertado.
Un saludo.