Blogia
Vida de profesor

Profesor en EEUU

La obesidad

La obesidad Estoy más gordo, esa es la verdad, después de casi dos años viviendo en Estados Unidos. Las dietas hipercalóricas a las que me someten por estas tierras están pasando factura. Por más que intento practicar algo de deporte es imposible evitar las carnes colgando, los michelines "in crescendo" y las papadas asomando.

La obesidad es la enfermedad de los países ricos. El cuerpo es sabio y, como la hormiga, acumula el máximo aporte calórico posible para cuando vengan malos tiempos. De hecho, me vino bien ser gordo cuando estuve enseñando en China, pues sobreviví allí gracias a mis reservas acumuladas durante todo un año de intensa ingesta de hamburguesas, pizas, burritos y enchiladas aderezadas con ketchups y todo tipo de mostazas a la par que regadas con cocacolas y "jarabes" varios.

Los hospitales estadounidenses están llenos de pacientes con transtornos debidos a su exceso de grasas por lo que el gobierno está empezando a tomar medidas -de momento publicitarias- porque supone un enorme gasto médico (ya hablaré en otra ocasión de la tan denostada seguridad social norteamericana).

La consecuencia es que hemos pasado al extremo contrario e incluso McDonnald´s empieza a vender menus hipocalóricos carentes de carbohidratos. ¿Acabarán convirtiéndose en una sociedad de anoréxicos?

En la foto un jamón serranos, prohibido en Estados Unidos por ser "carne cruda".

La filosofía

La filosofía Uno de los principales defectos que tiene el sistema educativo estadounidense es la no impartición de la asignatura de Filosofía en la educación preuniversitaria. Mis alumnos se gradúan sin haber oído hablar de Spinoza, de Voltaire o de Nietzsche.

Estudiar filosofía ayuda a estructurar la cabeza y a no abrir la boca con asombro ante la primera seducción publicitaria o promesa política. Nos explica el porqué de nuestra situación económico-social a través de la Historia de las ideas que nos han conducido hasta lo que somos en la actualidad. También nos ayuda a pensarnos a nosotros mismos y nos invita a poner remedio a situaciones de desdicha que se suele asumir rutinariamente pensando que es lo normal.

Lo paradójico es que en Estados Unidos residen los mejores filósofos del mundo, fugados desde todos los rincones del planeta a base de talonario.

En la foto pueden ver El filósofo de Manet que, como no, se encuentra en Chicago.

El día por delante

El día por delante Quedan 10 minutos para que comiencen las clases. Lidiar con unos cien estudiantes todos los días no es tarea fácil, especialmente a ciertas edades en que sus hormonas están descontroladas.

La primera regla de todo profesor debería ser no tomarse las cosas personalmente ya que mucho de lo que dicen algunos alumnos es fruto de la inconsciencia, de los nervios, de la ansiedad o de los problemas personales. Cuando un alumno (al menos una minoría) suspende lo achacará a la injusticia del profesor pero si aprueba se sentirá orgulloso de su inteligencia.

A veces, suspender a alguien supone exponerse a malos gestos, a susurros despectivos y a un aumento de la perezosidad del alumno. Uno no lo puede evitar, especialemente los días de lluvia. Es bueno, por tanto, hablar con el alumno y explicarle el porqué de su suspenso, contactar con sus padres y hacerle entender que no es el fin del mundo.

Suena el timbre. Ruidos y voces en los pasillos. Se empieza a llenar mi clase.

Un alumno en Irak

Un alumno en Irak En la foto (el tercero) pueden ver a uno de mis alumnos montando las tiendas de campaña en Irak, a donde fue destinado recientemente su batallón 407.

Hay quien cree que Irak es un nuevo Vietnam y que España hace muy bien en retirar sus tropas de allí. Igualmente está quien afirma que los iraquíes son los hijos de Satán y deben morir todos para que impere el cristianismo en la Tierra. No en vano, hace un par de meses uno de mis alumnos decía que le encantaría poner una bomba en Oriente y matar a todos los musulmanes... menos mal que algunos de sus compañeros le hicieron ver la atroz falacia moral que había cometido.

La cultura cristiana es infinitamente superior a la musulmana, tanto en tecnología como en ciencia, y por ende cuenta con unas fuerzas armadas poderosísimas que podrían eliminar de un plumazo la civilización mahometana. Sin embargo, la moral cristiana de amor al prójimo y "poner la otra mejilla" actúa de freno de ese ataque e invita a la convivencia con los demás.

Desde aquí le deseo la mejor de las suertes a Michael, no para matar iraquíes, sino para ayudar a reconstruir un país en paz y armonía.

La iglesia

La iglesia Otro de los factores aglutinadores de la sociedad norteamericana es la Iglesia. En torno a ella se crean los círculos de amistad, se atenúan las relaciones de dominio y se da sentido a una existencia que a veces parece carecer del mismo.

Absolutamente todos mis alumnos pertenece a alguna parroquia cristiana, ya sea ésta baptista, luterana, metodista, católica, adventista o congregacional. Algunos incluso pertenecen sin ocultaciones a sociedades masónicas, las cuales carecen en Estados Unidos de ese halo de misterio que las envuelve en España.

La Iglesia se constituye así como una de las piedras angulares de la sociedad, junto al colegio y el centro comercial.

En la imagen pueden ver una metáfora del proselitismo llevado al paroxismo (el autobús dominical que lleva exclusivamente a la iglesia).

Una estampida de búfalos

Una estampida de búfalos Los búfalos que antaño corrían en estampida por las praderas americanas han ido desapareciendo. Sin embargo, quedan algunos ejemplares en libertad que se cruzan casualmente ante las narices provocando el consiguiente susto. El espectáculo es mucho más bello si nieva, como se muestra en la foto.

Aunque su carne es menos tierna que la de ternera, su contenido proteínico es excelente, por lo que empiezan a aparecer granjas de bisontes, así como en España surgen granjas de avestruces.

Imponen y parecen estar de vuelta de todo, al menos eso indica su mirada.

La libertad estatuada y estatuída.

La libertad estatuada y estatuída. La mayoría de mis alumnos son descendientes directos de aquellos europeos que pasaron por el filtro de la Isla de Ellis hace más de cien años. Me puedo imaginar fácilmente a sus bisabuelos contemplando con exceso de gozo la antorcha majestuosa de "Miss Liberty" a la llegada al puerto de la Tierra Prometida.

¿Cuál es la clave para conseguir un Estado tan organizado? Empezaron de cero hace no tanto, con una Revolución Industrial ya acaecida que les permitió organizar las ciudades de la mejor forma productiva posible, sin muchos impedimentos legales y apelando a la persona y no al Estado.

Habría que destruir toda la estructura social de España y construirla de nuevo (como diría Descartes con su concepto de análisis-síntesis) para asemejar su riqueza (y por ende su libertad) a la de Estados Unidos. Obviamente, no queremos.

Los cuatro presidentes que cambiaron el mundo

Los cuatro presidentes que cambiaron el mundo Frivolicemos un poco la Historia de Estados Unidos. Hace dos siglos vinieron al norte de América unos señores de Europa muertos de hambre y acompañados por sus familias, al contrario que los españoles quienes, al dejarnos a la parienta en casa, no tuvimos descendencia para mantener y afianzar las riquezas de la nueva tierra.

Estos señores trajeron en la maleta a Platón, Aristóteles, Locke y a Voltaire y los intentaron poner en la práctica. Gracias a ello cuatro presidentes, encabezados por Jefferson (filósofo donde los haya) cambiaron la faz de un territorio antaño atestado de rituales, supercherías, pobreza y holgazanería.

Por poner las bases del territorio más poderoso de la Tierra, hoy se les rinde tributo desde la montaña. Lo cierto es que en España es impensable erigir un enorme monumento a los Cánovas, Sagastas, y demás políticos que diseñaron España... se podría originar una segunda guerra civil.

Caballo loco

Caballo loco Pueden ver en el fondo de la foto el esbozo de lo que será la escultura sobre roca más grande del mundo: "Crazy Horse". Está al lado del Monte Rushmore, donde se encuentran los cuatro presidentes norteamericanos esculpidos en la montaña y que se convirtiera en símbolo, junto a la Estatua de la Libertad, del país más poderoso del mundo.

El pantagruélico rostro del Caballo Loco señalando al horizonte es todo un símbolo que intenta subsanar el complejo de culpa que el gobierno estadounidense tiene por las matanzas a que sometió a los nativos hace 100 años. En definitiva, es un intento de entendimiento.

Un astronauta en mi Instituto

Un astronauta en mi Instituto Ayer vino a visitarnos al Instituto un astronauta enviado por la NASA. Existen 100 cosmonautas por esos mundos, así que fue, o al menos eso nos querían hacer pensar, una verdadera suerte contar con él. Nos habló de lo duro que tuvo que estudiar, de las docenas de submarinos nucleares que tuvo que arreglar antes, del entrenamiento militar al que se sometió... Lo curioso es que los alumnos, en el escaso tiempo que les dejaron hacer preguntas, sólo se interesaban por la comida espacial, sus vestimentas, el tiempo libre del que gozaban y por sus salarios.

La función de la NASA no es sólo mandar gente al espacio, sino hacer evolucionar a la sociedad: de sus laboratorios salieron los teléfonos móviles. Por eso es tan importante que en Europa se cree una Agencia Espacial sólida.

Luchando por ser astronautas (elemento ilusionador donde los haya) los alumnos llegarán alto, aunque no consigan una plaza en Houston. Ya lo decía Maquiavelo: "cuanto más alto apuntes con la flecha, más lejos llegará aunque nunca toque el cielo".

En fin, que como ejercicio de motivación no estuvo mal.

La fiesta de graduación

La fiesta de graduación En Estados Unidos el compulsivo consumismo de que hacen gala sus habitantes mantiene la economía del país como la más poderosa del mundo. Cuanto más pase de mano en mano un dólar, más riqueza se genera y, por ende, más puestos de trabajo se producen.

Prueba de este consumismo exarcebado son las fiestas de graduación (denominadas aqui "prom"). Mis alumnos más pobres alquilan unos trajes y vestidos por un dineral, y los más ricos se los compran como esos que lleva la Familia Real inglesa el día del cumpleaños de Isabel II.

Hay que reconocer que la fiesta es un recreo para la vista y da gusto fotografiarse con ellos. Ellas llevan varias semanas sometidas a estrictas dietas y ellos practicando con el nudo de la corbata. Ellas muestran constantemente unas sonrientes dentaduras y ellos una forzada serenidad en un vano intento de resultar seductores. Ellas soportan estoicamente las apreturas de sus vestimentas y ellos ocultan como buenamente pueden los nervios previos al desfile.

En España no existe esto, y es una pena porque el prom actúa de nexo entre el Instituto y la comunidad. Sería bueno tenerlo, aunque sin ese excesivo consumismo estadounidense.

Nativoamericanos

Nativoamericanos Por esas cosas del destino vine a parar a un Instituto de Enseñanza Secundaria del medio oeste de Estados Unidos situado entre dos reservas indias: la de los indios Winnebago y la de los Omaha. La mayoría blanca predominante está ahíta de las borracheras constantes de los "nativo-americanos", de sus excesivos beneficios fiscales por parte del gobierno y de su creciente y lujuriosa infraestructura regalada (hospitales de primera línea, escuelas suntuosas, magníficas zonas de asueto...).

Esta hartura se ve reflejada también en el aula, donde la convivencia de indios y blancos es a veces difícil. Sin ir más lejos, el otro día uno de mis alumnos soltó sin tapujos un "india, vuelve a tu reserva".

Debido a que se les ha impuesto (por la fuerza del dinero) pasar por el proceso de socialización anglosajón a través de las escuelas, su timidez (por ser parte de la minoría) es elevada. Del mismo modo, también es alta su dificultad en el aprendizaje debido al empleo de un sistema de categorías totalmente distinto al de cultura cristiana. Esta alumna, que ciertamente es más lenta que el resto de la clase, agotó la paciencia del arrogante estudiante blanco, quien, por supuesto, fue expulsado del Instituto por dos días.

A los indios se les ha arrebatado su identidad a base de "Winchesters setenta y tres" en el pasado y de cerveza y póker en el presente. Es por esto que deambulan sin rumbo por las carreteras secundarias (ya me han dado más de un susto mientras conducía); llenan los tugurios de peleas, malos olores e insultos y miran mal a los "rostros pálidos".

Algunos profesores se enfadan porque los nativos no les miran a los ojos. La verdad es que si intentaran profundizar un poco en el porqué de dicho comportamiento se percatarían de que evitar los ojos es síntoma de respeto en esa cultura.

Para soslayar el complejo de culpa por su magnicidio cultural, el gobierno no les cobra impuestos por la gasolina vendida en sus reservas, les hace concesiones de grandes casinos, les regala modernos hospitales a los que el hombre blanco no puede acudir y tienen policía propia ajena al sistema. Pero ellos, los nativos, siguen perdidos. No tienen alma.

El once de marzo

El once de marzo Mostrar a mis alumnos estadounidenses una foto (tomada por mi, alguien que tienen delante de ellos y que les hace pensar "qué pequeño es el mundo") del tren cercanías de la misma línea en la que sucedieron los atentados hace tres semanas provoca en ellos la misma sensación que tiene un estudiante en España cuando le dicen que alguien tres semanas antes del once de septiembre de 2001 estuvo contemplando Manhattan desde una de las Torres Gemelas. Aunque las probabilidades de ser víctima de una de estas masacres son mínimas, la consternación del ánimo y el sentimiento de inseguridad no se pueden evitar.

Inseguros y consternados seguiremos hasta que Israel deje Palestina, lo cual no es una propuesta a que se vayan, sino un mero ejercicio descriptivo. Me contaba un palestino en uno de los aviones que cruzan el charco Atlántico que cuando los sarracenos fueron expulsados de España por los Reyes Católicos, asumieron su derrota y no volvieron a molestar más, y a renglón seguido añadía "pues que los judíos hagan los mismo, que no molesten que ya les echamos en su día".

De esta lógica se deduce que los indios Omaha no tienen derecho a reivindicar las tierras que hace 200 años el hombre blanco les arrebató sin tapujos ni los vascos a reivindicar la suya anexionada por el imperialismo español. De indios y gringos hablaremos mañana.

Arquitectura española en Estados Unidos

Arquitectura española en Estados Unidos La profesión de profesor permite viajar con relativa frecuencia ya que son muchas las vacaciones entre fines de semana y fiestas oficiales. Hace unas semanas aproveché uno de esos puentes, que aquí denominan "Spring Break", para irme al norte del lago Michigan, a Milwaukee exactamente.

La sorpresa fue mayúscula al toparme con un museo bellísimo por fuera y de notable contenido artístico en su interior (Picassos, Dalís, Manets, Rodins,...). Ver el barco de cristal de Santiago Calatrava conteniendo una pinacoteca subyuga el ánima. Era como un museo a punto de zarpar o un barco anclado por el peso de la belleza que contenía.

Me extraña que no se conozca en España, como se debiera, la obra de este arquitecto.

Estás despedido

Estás despedido Arrolla en los Estados Unidos un programa televisivo denominado "The Bachelor" (El aprendiz) cuya estrella es Ted Turner, quién actúa de sí mismo. Jóvenes aspirantes a directivos son grabados día y noche en un vano intento de conseguir un lugar en el consejo de administración de la empresa que el susodicho está creando de la nada.

El "you´re fired" ("estás despedido") corre por las bocas de mis estudiantes como antaño corriera en España el "date cuen..." de Chiquito de la Calzada. Ambas frases dicen mucho del carácter de un país y otro.

Lo patético es que, paseando hoy por uno de esos moles (malls o centros comrciales pantagruélicos) que Saramago tildara como las nuevas catedrales donde nos refugiamos para orar, me topé con un libro escrito por el mentado quien sin pudor alguno y aprovechando su coyuntura mediática, aconseja leer a Jung para hacerse rico. Es cierto, vayan a la página 78 y lo comprobarán!

Así que los norteamericanos se deleitan viendo al todopoderoso Turner mandar hacer las maletas a los candidatos que no le gustan, y los españolitos nos conformamos con el malgusto de la prensa rosa que eso sí, no hace daño a nadie.

El inmigrante

El inmigrante En la foto pueden ver uno de los monumentos más emotivos que yo jamás haya visto: el homenaje a los peregrinos, de autor desconocido. Está en Nueva York, justo antes de tomar el bote que lleva a la Isla de Ellis y a la estatua de la Libertad.

Dolor, sufrimiento, penar, abatimientos,... pero también sueños cumplidos, esperanzas, sonrisas, optimismos... Todos somos inmigrantes, aunque algunos más que otros. Ejercer mi labor docente en un país que no me vio nacer no es fácil porque hay que superar diferencias como el clima, el carácter de las personas, las formas de entender el trabjo, las maneras en las que invertir el tiempo libre y el idioma. Aunque mi aprendizaje se produce a marchas forzadas, uno no puede evitar la sensación de desarraigo.

Mis alumnos estadounidenses

Mis alumnos estadounidenses Uno suele pensar que la carencia de medios fortalece a la persona y que el exceso de ellos la debilita. Hay algo de cierto en ello. Mis alumnos americanos (quienes creen que América es Estados Unidos ignorando al resto del continente) tienen ordenadores de última generación, proyectores de 2,000 dólares, carísimos programas informáticos, aire acondicionado, calefacción, gordos y coloridos libros de texto, coches en los que asistir a clase...

Los estudiantes chinos carecen de todo ello, pero su disciplina y capacidad de trabajo les llevará muy lejos. El mundo en 40 años hablará en chino, desdeñando un inglés que cada vez importa menos y que caerá derrotado al son de la debacle de Occidente, como ya sucediera con el Imperio Romano.

Mis alumnos americanos aprenden tecnología pero creen que España está al lado de México; saben lo que es una presentación en powerpoint pero desconocen a Napoleón; tienen la asignatura "Aplicaciones Informáticas" pero en ningún Instituto existe la oferta de "Filosofía".

Es una sociedad de tecnócratas que hoy por hoy mueve al mundo y nosotros, los educadores, les enseñamos a que la Razón Técnica domine sus vidas. Reflexionar sobre la existencia es una pérdida de tiempo que no da dinero. Poner en duda dogmas religiosos es un tabú que provoca el aislamiento social en la línea más pura del integrismo islámico. Leer filosofía te encasilla como "nerd"...

Sin embargo, tienen el dinero saqueado en innumerables guerras, en adquisiciones de tierras a la fuerza y en incursiones en regiones a las que nadie les había invitado. Con este dinero compran las mejores mentes del mundo que ayudan a engrasar la maquinaria bélica y a mantener el estilo de vida de esta multicultural sociedad.

¿Para qué estoy preparando a mis alumnos? ¿Para ser mejores personas? No, les preparo para vender por Internet y para consumir incluso aquello que no necesitan. Así me lo pide el sistema y en consecuencia he de actuar.

Sin embargo, de vez en cuando, como quien no quiere la cosa, suelto alguna impertinencia para hacerles pensar. Hoy les dije una obviedad para alguien de educación europea, pero no para los americanos: "George W. Bush tiene la misma catadura moral que Saddam Huseim", lo cual me acarreó una polémica que finalmente se apaciguó gracias a que jugué con la ambigüedad.

Finalizo con un párrafo de Fahrenheit 451 (obra de Ray Bradbury):

"Se abreviaron los años de estudio, se relajó la disciplina, se dejó de lado la historia, la filosofía y el lenguaje. Las letras y la gramática fueron abandonadas, poco a poco, poco a poco, hasta que se las olvidó por completo. La vida es lo inmediato, sólo el trabajo importa. Divertirse, sí, pero después del trabajo. ¿Por qué aprender algo salvo apretar botones, insertar llaves, ajustar tornillos y tuercas?

El preso mexicano

El preso mexicano

Hace un par de días llevé a mis mejores alumnos a una cárcel de Estados Unidos para estudiar la influencia de la lengua española en el centro penitenciario.

El tópico que afirma que las penitenciarias están plagadas de extranjeros es incierto, al menos aquí donde sólo hay dos mexicanos. José, que así se llamaba el presidiario que nos enseñó las instalaciones llevaba allí unos meses por no tener los papeles de inmigración en regla; tras 20 años de ocultaciones, trabajos mal pagados, compadreos con los patrones, sueños hundidos y esperanzas rotas, un policía joven paró su coche en una revisión rutinaria.

Rompió a llorar cuando se refirió a las visitas de su mujer y sus dos hijos pequeños, mostró un rostro de desidia cuando relató que uno de los presos le provocaba para pelearse de vez en cuando y nos hizo reír al contar el relato del compañero homosexual que le metieron en su celda hace unas semanas (ya se fue, "gracias a Dios", como dijo él).

Nos habló de su juventud perdida entre trago y trago, como si estuviera escribiendo la letra de una ranchera, sus rebajas en los tratos a cambio de cervezas y su arrepentimiento postrero por haber sido un borracho, aunque no se metiera con nadie. En la cárcel ha dejado de beber y de fumar. Además lee. Su fe en Dios se ha fortalecido en la cárcel y, por paradójico que parezca, su esperanza en el ser humano sigue intacta. No nos mostró rencores, ni envidias, ni tristezas, a lo largo de la hora y media de entrevista. Incluso hablaba fenomenal de los carceleros (de quienes constaté sus barrigas y adocenamiento como reflejan las películas) y sus palabras destilaban un optimismo y ganas de vivir contagiosos.

Mis alumnos salieron conmocionados de la experiencia, dichosos por tomar conciencia de lo afortunados que son y socialmente un poco más comprometidos por ver de frente una injusticia personificada.