Nativoamericanos
Por esas cosas del destino vine a parar a un Instituto de Enseñanza Secundaria del medio oeste de Estados Unidos situado entre dos reservas indias: la de los indios Winnebago y la de los Omaha. La mayoría blanca predominante está ahíta de las borracheras constantes de los "nativo-americanos", de sus excesivos beneficios fiscales por parte del gobierno y de su creciente y lujuriosa infraestructura regalada (hospitales de primera línea, escuelas suntuosas, magníficas zonas de asueto...).
Esta hartura se ve reflejada también en el aula, donde la convivencia de indios y blancos es a veces difícil. Sin ir más lejos, el otro día uno de mis alumnos soltó sin tapujos un "india, vuelve a tu reserva".
Debido a que se les ha impuesto (por la fuerza del dinero) pasar por el proceso de socialización anglosajón a través de las escuelas, su timidez (por ser parte de la minoría) es elevada. Del mismo modo, también es alta su dificultad en el aprendizaje debido al empleo de un sistema de categorías totalmente distinto al de cultura cristiana. Esta alumna, que ciertamente es más lenta que el resto de la clase, agotó la paciencia del arrogante estudiante blanco, quien, por supuesto, fue expulsado del Instituto por dos días.
A los indios se les ha arrebatado su identidad a base de "Winchesters setenta y tres" en el pasado y de cerveza y póker en el presente. Es por esto que deambulan sin rumbo por las carreteras secundarias (ya me han dado más de un susto mientras conducía); llenan los tugurios de peleas, malos olores e insultos y miran mal a los "rostros pálidos".
Algunos profesores se enfadan porque los nativos no les miran a los ojos. La verdad es que si intentaran profundizar un poco en el porqué de dicho comportamiento se percatarían de que evitar los ojos es síntoma de respeto en esa cultura.
Para soslayar el complejo de culpa por su magnicidio cultural, el gobierno no les cobra impuestos por la gasolina vendida en sus reservas, les hace concesiones de grandes casinos, les regala modernos hospitales a los que el hombre blanco no puede acudir y tienen policía propia ajena al sistema. Pero ellos, los nativos, siguen perdidos. No tienen alma.
Esta hartura se ve reflejada también en el aula, donde la convivencia de indios y blancos es a veces difícil. Sin ir más lejos, el otro día uno de mis alumnos soltó sin tapujos un "india, vuelve a tu reserva".
Debido a que se les ha impuesto (por la fuerza del dinero) pasar por el proceso de socialización anglosajón a través de las escuelas, su timidez (por ser parte de la minoría) es elevada. Del mismo modo, también es alta su dificultad en el aprendizaje debido al empleo de un sistema de categorías totalmente distinto al de cultura cristiana. Esta alumna, que ciertamente es más lenta que el resto de la clase, agotó la paciencia del arrogante estudiante blanco, quien, por supuesto, fue expulsado del Instituto por dos días.
A los indios se les ha arrebatado su identidad a base de "Winchesters setenta y tres" en el pasado y de cerveza y póker en el presente. Es por esto que deambulan sin rumbo por las carreteras secundarias (ya me han dado más de un susto mientras conducía); llenan los tugurios de peleas, malos olores e insultos y miran mal a los "rostros pálidos".
Algunos profesores se enfadan porque los nativos no les miran a los ojos. La verdad es que si intentaran profundizar un poco en el porqué de dicho comportamiento se percatarían de que evitar los ojos es síntoma de respeto en esa cultura.
Para soslayar el complejo de culpa por su magnicidio cultural, el gobierno no les cobra impuestos por la gasolina vendida en sus reservas, les hace concesiones de grandes casinos, les regala modernos hospitales a los que el hombre blanco no puede acudir y tienen policía propia ajena al sistema. Pero ellos, los nativos, siguen perdidos. No tienen alma.
3 comentarios
Amaré -
Amaría -
Tengo entendido que solayar es pasar por alto algo dejando al lado, dejando a un lado ciertas dificultades. Corríjame si me equivoco.
meloc -