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Vida de profesor

El once de marzo

El once de marzo Mostrar a mis alumnos estadounidenses una foto (tomada por mi, alguien que tienen delante de ellos y que les hace pensar "qué pequeño es el mundo") del tren cercanías de la misma línea en la que sucedieron los atentados hace tres semanas provoca en ellos la misma sensación que tiene un estudiante en España cuando le dicen que alguien tres semanas antes del once de septiembre de 2001 estuvo contemplando Manhattan desde una de las Torres Gemelas. Aunque las probabilidades de ser víctima de una de estas masacres son mínimas, la consternación del ánimo y el sentimiento de inseguridad no se pueden evitar.

Inseguros y consternados seguiremos hasta que Israel deje Palestina, lo cual no es una propuesta a que se vayan, sino un mero ejercicio descriptivo. Me contaba un palestino en uno de los aviones que cruzan el charco Atlántico que cuando los sarracenos fueron expulsados de España por los Reyes Católicos, asumieron su derrota y no volvieron a molestar más, y a renglón seguido añadía "pues que los judíos hagan los mismo, que no molesten que ya les echamos en su día".

De esta lógica se deduce que los indios Omaha no tienen derecho a reivindicar las tierras que hace 200 años el hombre blanco les arrebató sin tapujos ni los vascos a reivindicar la suya anexionada por el imperialismo español. De indios y gringos hablaremos mañana.

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