¡Qué calol!
A mí no me extraña nada que los dominicanos se entreguen al ocio y que estén ahítos de trabajar. En primer lugar, es un país corrupto en el que casi todos sus habitantes entran al juego (ya os contaré la historia del hijo de di-puta-do que se dedica a abusar de los presupuestos del estado de este país, a quien tuve el placer de conocer el otro día) con lo que trabajar honradamente está mal visto. En segundo lugar, hace demasiado calor, como pueden ver aquí.
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