Federico Jiménez Losantos
Me gusta Felipe González. Fue un hombre de Estado, de los pocos que ha habido en la historia de España, con la mala suerte de haber trabajado con politiquillos mediocres y corruptos. Se ha mostrado muy valiente entrevistándose con Ahmadineyad, sin miedo alguno a que un buen número de extremistas, irracionales, analfabetos, manipulados y violentos españoles se le echaran irracionalmente encima.
El otro día, mientras conducía camino de Asturias, escuché a Federico Jiménez Losantos poniendo a caldo al ex presidente por entrevistarse con "los malos" y yo me asusté mucho porque este locutor ha de hablar todos los días durante seis horas y, obviamente, no tiene tiempo para preparar sus discursos de forma seria y muchas veces suelta lo primero que se le ocurre sin haberlo reflexionado antes (es lógico, yo también lo haría en un programa tan largo y estresante como ese). Me asusté, digo, porque muchos oyentes le siguen sin pararse a reflexionar en sus mentiras y argumentos traídos por los pelos, divertidos, ingeniosos pero manipuladores. A mí me gusta mucho este periodista porque hace pensar, tiene energía y es un gran seductor del lenguaje, amén de su gran creatividad con el idioma y sus indiscutibles dotes de comunicador, pero me aterrorizan sus miles de oyentes que en manada actúan sin pasar sus mensajes por el filtro del pensamiento crítico.
ACTUALIZACIÓN 22 DE OCTUBRE DE 2006
Acabo de terminar de leer el nuevo libro de Federico Jiménez Losantos (De la noche a la mañana, ed. La esfera de los libros) y he de reconocer que me ha interesado muchísimo. En él pone de "vuelta y media" a buena parte de los poderosos españoles de cualquier ideología ¡incluido el rey! y habla con desprecio del Opus Dei en un medio de comunicación católico, lo que explica, probablemente, que se vea obligado a dejar la COPE al final de esta temporada.
Aunque no comparta buena parte de su discurso exageradamente hiperbólico (como él mismo reconoce) y crispador, creo que una figura como esta es necesaria. Hace falta alguien que "toque las narices" al poder para que la población deje de endiosarle sumisamente, como habitualmente hace. No en vano, una vez vi salir a un grupo de mujeres de un autobús que las llevaba de excursión a Toledo y, al ver a José Bono, fueron todas a por él para pedirle un autógrafo, lo cual fue patético y dejó la imagen de la mujer rural por los suelos porque la política parece más una cuestión de estrellas del rock que de sabiduría y cultura.
Sospecho que es cierto que "el uso del Poder puede producir súbitas aceleraciones en el deterioro moral" (página 192) así que o contamos con periodistas hipercríticos (aunque a veces se equivoquen, con lo cual es lícito acudir a la justicia para aclarar la mentira) o estaremos haciendo una comunicación aburrida y condescendiente con el poder. Ya saben ustedes, al poderoso no hay que permitirle ni una.
Aunque no sea mi locutor favorito cuando me desplazo en mi coche al trabajo todas las mañanas, sí que reconozco su valía. Acabo de llegar de pasarme un año trabajando en Irán y allí he visto como cerraban los mass media de aquellos que criticaban al poder establecido. En España, aunque con más suavidad, parece que no andamos demasiado lejos del régimen persa. Cada vez que cierran la boca a un periodista, por polémicas que sean sus palabras, estamos agujereando la democracia, y eso no se debe consentir.
8 comentarios
Tuvia -
efry -
apachito -
Wawawiwa, no se que edad tiene pero no creo que su comentario añada nada de valor a la discusión, ni siquiera merece una contestación.
Wawawiwa -
Carme Barba -
Lluis -
max -
apachito -
¿No se le aplica a usted lo de "siempre que se acaban los argumentos se recurre al insulto"?