Kashan, la ciudad de los Reyes Magos
Kashan es un oasis enmedio del inmenso desierto que separa, a lo largo de 500 kilómetros, Teherán de Isfahán. Es de allí de donde, según la leyenda, vienen los Reyes Magos, por lo que me desplacé hacia allá por mi incontrolable curiosidad de observar a Melchor, Gaspar y Baltasar empaquetando regalos y preparando los camellos para su largo viaje de dentro de de dos días por todo el mundo.
Tres son los elementos interesantes que no hay que dejar de ver en esta ciudad: La residencia de Borojerdiha, la Mezquita de Agha Bozorg y el jardín Bagh-e-Fin.
La residencia de Borojerdiha rezuma señorío y ostentación. Las filigranas y motivos coránicos que la decoran muestran que el dueño, que vivió a finales del siglo XIX, era un rico mercader que gustaba disfrutar de las comodidades y del goce estético. Lo más curioso es el ingenio que hay en la casa para acondicionar el aire en los calurosas días del verano, el cual se denomina badger y consiste en unas torres que recogen la brisa del cielo y la introducen en la casa para refrescarla. Piscinas, fuentes y jardines completan el entorno de la lujosa residencia.
La mezquita del Agha Bozorg se caracteriza porque es la única de todo Irán que está en una segunda planta, ya que en la primera hay una madrasa (una escuela coránica para niños). Los dos llamativos minaretes se apoyan en los azulejos, ladrillos y pinturas para dar un toque distintivo y único a esta mezquita. Es curioso ver la pista de volleyball que hay en el patio.
Los jardines de Fin no es que sean una cosa del otro mundo; es agradable pasear por ellos, pero no se caracteriza por una flora y fauna sorprendentes. El valor real de este jardín se debe a que allí asesinaron en el siglo XIX al visir Amir Kabir porque el rey Nasser od-Din tenía celos de él. También impresiona percatarse de que, en medio del desierto, siempre corre agua fresca por los canales de este tranquilo jardín. El viajero no podrá evitar dedicarse a tirar moneditas a los estanques, en cuyo centro hay siempre un enorme agujero pero que, por una ley mágica, repele el metal y nadie acierta a introducir los céntimos por ahí. No dejen de almorzar en alguno de los restaurantes de alrededor del jardín especializados en cocinar unas exquisitas berenjenas.
Gran parte de las casas del centro urbano están hechas de adobe. Eso da un tono naranja a toda la ciudad, pero también un aspecto sórdido y de pobreza, pues es un material que se degrada con facilidad. Antes de emprender el regreso, no olviden comprar agua de rosas (buenísima para endulzar el te y solucionar la acidez de estómago), fabricada durante el mes de mayo en esta ciudad llena de flores y que en la primavera su olor impregna cada rincón de Kashan. Por cierto, por más que pregunté por la casa de los Reyes Magos nadie supo decirme donde vivían, de hecho ni siquiera sabían quienes eran... ¡qué raro!
2 comentarios
Pizca -
Saludos :)
Dinorider d'Andoandor -