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Vida de profesor

Dejando atrás los vientos

Los últimos meses he leído varias autobiografías por aquello de aprender a escribir sobre uno mismo sin caer en el "autobombo", el egocentrismo, o en la vanidad, tentaciones en las que es muy fácil sucumbir cuando uno quiere compartir sus experiencias personales. En marzo se hará el lanzamiento del libro en el que cuento mis experiencias didácticas en Irán y me ha venido muy bien saber cómo hablan otros de sí mismos.

De este modo llegó a mis manos la segunda parte de las memorias de Alfonso Guerra, Dejando atrás los vientos (Espasa, 2006), que me ha sorprendido gratamente. Guerra muestra en esta obra un buen dominio del lenguaje, no en vano es licenciado en filología hispánica, a diferencia de Ocho años de gobierno (Booklet, 2005), las reflexiones de José María Aznar, quien cuenta experiencias muy interesantes pero con un estilo narrativo inferior al de Guerra (y eso que contó con el escritor José María Arco y un magnetofón para llevarlas a término).

Pues bien, Guerra hace un recorrido por sus años de gobierno aclarando los asuntos más conflictivos y las campañas inmisericordes que llevaron a cabo contra él, aunque lo que más me interesó fue su preocupación por el fomento de la cultura y sus encuentros con los líderes políticos e intelectuales de todo el mundo.

Ya que este blog pretende hablar de educación me gustaría sacar a relucir estas palabras que Guerra escribe en la página 205:

Ya se sabe que el metus reverencialis debido al profesor permanece vivo para siempre, aunque tengo dudas de que suceda en los últimos tiempos en la enseñanza.

Y digo yo ¿es este un reconocimiento del fracaso de las políticas educativas qué él incentivó? Sea cual sea su respuesta, creo que el buen profesor será bueno tanto en un sistema opresor como en uno libre, con unas leyes nefastas o mejores, con alumnos pobres o ricos, de familia analfabeta o ilustrada. El buen profesor está por encima de cualquier ley que se le ocurra al político de turno, así que el metus reverencialis, estimado y admirado Alfonso Guerra, sigue vivo en la psique de muchos estudiantes que coincidieron con excelentes profesores (que son muchísimos y cada vez más).

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