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Vida de profesor

¡Menudo peregrino que estoy hecho!



Tras unos días de sol y polvo, de llagas y tendiditis y de escuchar largos y profundos ronquidos en habitaciones de 40 camas, he decidido dejar el Camino. 200 km. son demasiados por este año, quizá algún día retome los 300 que me quedan desde León.

Como pueden ver en las fotos el camino es interminable. Se le acaba odiando y cualquier flechita amarilla se convierte en el inicio de una brutal pesadilla. Además he desarrollado una romanicofobia que supongo que me durará un buen tiempo; repudio las ventanas ojivales, las paredes austeras y los Cristos monocromos...

Pero ahí siguen, en este momento, 20,000 peregrinos machacándose los pies a lo largo de toda la vía santiaguera. Chapeau por su voluntad férrea.

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